ROBERTO MONALDO / LAPRESSE

El pasado fin de semana, 30 y 31 de octubre, se reunieron en Roma los líderes del G20 con la intención de llegar a un acuerdo por el compromiso climático para la cumbre de Glasgow, la COP26.

“Sin embargo”, como comenta Anna Buj en este artículo de La Vanguardia, “ha sido un acuerdo de mínimos con pocos compromisos concretos que permitan hablar de un mensaje contundente antes de la cita crucial en el Reino Unido.”

Se adhieren China, Rusia e India, pero piden a los países occidentales que rebajen sus expectativas.

Para conseguir un acuerdo, se tuvieron en cuenta distintas situaciones territoriales: “Los esfuerzos para alcanzar el techo de los 1,5 grados reflejarán las diferentes responsabilidades y respectivas capacidades a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”.

El objetivo de emisiones cero, que estaba previsto ser el 2050, ha quedado en “antes o alrededor de la mitad del siglo” después de las negociaciones con los nuevos integrantes.

António Guterres, secretario general de la ONU, escribió “Aunque doy la bienvenida al compromiso del G-20 para soluciones globales, me voy de Roma con mis esperanzas insatisfechas, pero al menos no enterradas.”

Por otro lado, el primer ministro anfitrión, el italiano Mario Draghi, mostró más positivismo diciendo que “Hasta ahora no compartíamos ambiciones. Hoy compartimos ambiciones, objetivos, podemos reforzarlos en el futuro, pero al menos tenemos algunos.” Añadió “No es un compromiso preciso, pero antes era un compromiso inexistente”.

Las circunstancias de los países son muy distintas: desarrollo, densidad de población, fuentes de energía... Gestionar la complejidad no es fácil, no podemos desanimarnos. Ganarse la confianza sobre el conocimiento tampoco, el poder prima sobre la complicidad.

Vamos andando. Continentes, países, políticos, profesionales, ciudadanos vamos avanzando. Seguramente avanzar es lo importante.

Teresa Batlle, arquitecta.