En la actualidad, conviven en Europa diversos sistemas de evaluación y certificación ambiental de edificios. Son modelos que han surgido mayoritariamente de la sociedad civil, en distintos lugares de la unión. Algunos de ellos son genuinos (DGNB, VERDE, Pasivehouse…), mientras que otros adaptan modelos previos ya implantados en el exterior (es el caso de Leed desde EE. UU.). Después de un decenio largo funcionando, todos ellos han ido adaptándose (y también influyendo) a los criterios indicados por la Unión Europea, en su liderazgo indiscutible para los aspectos ecológicos. Podríamos decir que los distintos sistemas, representan las diferentes apreciaciones culturales, sobre un relato común. En Europa estamos acostumbrados a la diversidad de idiomas y lo consideramos una riqueza, no una dificultad.

Con la concurrencia de muchas organizaciones autorizadas (entre ellos GBCeurope) surge ahora LEVELS. Es un método liderado por la UE que permite testear las expectativas ambientales de una construcción. Sin duda esta iniciativa será un buen referente para todos, aunque cabe esperar que funcionará como un buen diccionario dentro de una diversidad de lenguajes, más que como un lenguaje en sí mismo, que acabaría barriendo a todo el resto…

En cualquier caso, es necesario que la agenda medioambiental descienda hasta la realidad cotidiana, con mayor velocidad de la que lo ha hecho hasta ahora. La edificación “Verde” debe bajar de su pedestal, dejar de ser ejemplar para hacerse habitual. Para ello es imprescindible engranar con los mecanismos de nuestro sistema económico. Las últimas directrices ambientales que van perfilándose se centran en los materiales, en lo que ha dado en llamarse “Economía Circular”. Así pues, se trata de romper con la falsa dicotomía entre Economía y Ecología que se instaló en nuestro imaginario político desde los 90 (¿recuerdan aquel “es la economía estúpido”  de la administración Clinton?)

Los interlocutores deben ser esta vez los Bancos, las Aseguradoras, la Bolsa de valores y el sistema financiero en su conjunto. Se hace necesario reajustar el contenido de lo que consideramos Valor añadido, Valor residual, Amortización, Riesgo financiero, etc. Es preciso un consenso sólido, para establecer las bases de una nueva asignación de costes (contables) que esté más alineada con los valores ambientales de nuestra civilización.

Podéis leer también el artículo de GBCe «GBCE PRESENTA EL PRIMER INFORME DE TAXONOMÍA QUE PERMITIRÁ CLASIFICAR LAS INVERSIONES SOSTENIBLES EN EDIFICACIÓN»

F.Pich-Aguilera

Marzo 2021