Ubicado en la Avenida Paseo de la Reforma de la Ciudad de Mexico

Parece como si una torre de oficinas sea ya un arquetipo cristalizado, una especie de estándar inmobiliario que va creciendo afanosamente por las ciudades de todo el mundo y del que pocas sorpresas cabe esperar. Faltos de mayores alicientes, los nuevos rascacielos suelen anunciarse simplemente como “el edificio mas alto” de tal o cual lugar, como si el tamaño ya fuera lo único que importa.

La Torre Reforma del arquitecto B.Romano en Ciudad de México es una sorprendente excepción dentro de este previsible panorama y su valor nos remite a la invención como ingrediente para la arquitectura. Es necesario repensar una y otra vez lo que otros ya dieron por bueno, porque las circunstancias que confluyen en cada edificio bien merecen una respuesta genuina.

Mucha invención (o anticonvención) hay en Torre Reforma, pero como no es el lugar para extenderme, me concentraré en tres aspectos del edificio que me parecen determinantes:

– Esta es una torre que quiere insertarse en la trama urbana y completar las trazas de la ciudad. Su geometría ambivalente proyecta a lo lejos los limites parcelarios de esa esquina desde donde crece, mientras que va continuando la escala del barrio a los ojos del paseante.

– La planta de las oficinas se abre como un abanico hacia el Sur, para alinearse con el recorrido diario del sol. Eso permite iluminar naturalmente toda la estancia mediante una única fachada exterior, mientras que las otras pueden ser opacas y libres para adosar otros usos operativos. Así pues, una planta triangular expuesta al Sur, parece una solución eficaz y económica, no un capricho del arquitecto.

– El sistema estructural es absolutamente novedoso y sin embargo lógico y adecuado. Dos muros perimetrales de hormigón sostienen los forjados, mediante tirantes de acero que van colgados. Las plantas quedan totalmente diáfanas sin ningún alarde, en un entramado en el que cada material es empleado en el sentido que le es más propio.

Finalmente podemos decir que la Torre Reforma no se parece a ninguna otra, pero diría que no es por querer ser diferente sino como consecuencia de una lógica distinta, que no trabaja con frases ya hechas ni soluciones enlatadas. ¿Por qué será que esta arquitectura me recuerda tanto a las construcciones ancestrales de la tradición mesoamericana?

Felipe Pich-Aguilera, arquitecto.